Dr. Juan García Moreno
Médico Familiar, IMSS/UNAM.
Consejo de Salubridad General
juan.garciam@csg.gob.mx
Los cuidados paliativos representan una política de salud urgente e indispensable para mitigar dolor crónico y sufrimiento en la población con mayor grado de vulnerabilidad, que enfrenta una enfermedad con mínimas o nulas expectativas de curación, progresiva y potencialmente mortal.
En México, cada año 229,000 personas fallecen con sufrimiento grave relacionado con la salud y 224,000 lo padecen a consecuencia de enfermedades incapacitantes o de riesgo mortal,1 no obstante, la normatividad respectiva establece criterios y directrices claras para otorgar una atención paliativa de calidad, que además se apoyan en dos importantes acuerdos del Consejo de Salubridad General (CSG), uno para población general y otro para población pediátrica, publicados en el Diario Oficial de la Federación en 2014 y 2016 respectivamente.
Contribuye a este panorama, la transición epidemiológica cuya mortalidad la caracterizan fundamentalmente las enfermedades cardiovasculares, oncológicas y crónico degenerativas. Asimismo, la necesidad de atender tres de las líneas críticas que ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS): 1) contar con personal competente en medicina paliativa; 2) acceso y disponibilidad de medicamentos opioides para un control efectivo del dolor, y 3) establecer modelos de atención eficientes que garanticen la continuidad de la atención médica de calidad.2
Considerando el enfoque de la OMS, y con base en los Acuerdos emitidos por el CSG, las instituciones académicas y de salud en nuestro país, han establecido acciones dentro de las cuales se tienen: a) 16 universidades han incorporado contenidos de cuidados paliativos en los planes de estudio de las carreras de medicina, enfermería y psicología; b) existe incremento en el número de clínicas del dolor, de 42 en 2014 a 117 en 2021; c) se han establecido servicios de cuidados paliativos, pasando de 57 en 2014 a 218 en 2021; d) con un rango entre 80 y 160 hospitales, han incorporado en sus modelos de atención, alguna o todas de las acciones siguientes: visitas hospitalarias, atención telefónica, establecimiento de Comités o de Grupos Interdisciplinarios de atención paliativa.
El reto fundamental estriba en lograr cambiar el paradigma sobre los cuidados paliativos que predomina en el personal de salud y que se puede caracterizar de la siguiente manera:
• Pasar de una atención multidisciplinaria donde, de manera aislada, cada profesional valora al paciente según su disciplina y servicio específico, a una atención interdisciplinaria atendiendo al paciente con enfoque de equipo y aplicando la medicina paliativa desde el momento mismo del diagnóstico, participando por tanto todas las disciplinas y especialidades disponibles.
• Dejar de ver como paciente paliativo exclusivamente a quienes están en situación terminal –con pronóstico de vida igual o menos a seis meses-, para otorgar la atención paliativa a quienes cursan un padecimiento crónico avanzado, con insuficiencia orgánica, cáncer o pérdida de la autonomía, incluido el envejecimiento.
Asimismo, es impostergable que el personal de atención a la salud, en especial los médicos, desarrollen y certifiquen sus competencias para el control efectivo del dolor crónico y la aplicación permanente de la medicina paliativa, pues existe consenso internacional en que: “la falta de provisión de los cuidados paliativos, incluido el dolor como síntoma prioritario, aunque no único- por los gobiernos, puede considerarse un trato cruel, inhumano y degradante”.3