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EDICIÓN

MARZO 2025

3O° ANIVERSARIO


CONACEM, mi colaboración a los principios que guiaron su formación y progreso

Dr. Norberto Treviño García Manzo

Ex presidente del Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas, A.C.


El Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (CONACEM) este 2025 cumple 30 años de servir y sobre todo de, paso a paso, dar fe y certeza a los pacientes que para recuperar su salud necesitan de alta capacidad médico-quirúrgica. Esta es la esencia, el deber ser de nuestro CONACEM.

La actual mesa directiva presidida por el doctor José Ignacio Santos Preciado me ha solicitado un texto en el cual documente lo que, a mi juicio y memoria crea ser lo más importante que ocurrió en el seno de CONACEM en los siete años que tuve el honor de ser su Coordinador General, (hoy presidente.)

Mis fundamentales recuerdos sobre esta trascendente institución, los episodios relevantes que le dieron su nacimiento, su desarrollo, y dentro de ello sus principales retos y obstáculos son, y desde luego no todos, algunos de los siguientes:

Los pioneros indiscutibles fueron el Consejo Mexicano de Médicos Anatomopatólogos, A.C., fundado el 13 de febrero de 1963; el Consejo Mexicano de Cirugía Neurológica, A.C., el 27 de abril de 1965, y el Consejo Nacional Mexicano de Urología, A.C., el 2 de septiembre de 1968. Naufragaron casi solos varios años, pero su simiente era demasiado poderosa para morir, aún en tierra magra. Pero en el infinito espacio del tiempo, pronto, primero la Academia Nacional de Medicina de México (ANMM), y poco después la Academia Mexicana de Cirugía (AMC) contribuyeron a transformar esa tierra flaca en una profundamente fértil. Con el importante apoyo moral y científico de ambas instituciones académicas, se fueron fundando otros Consejos, quizá lenta pero progresivamente, para formar parte y estímulo de lo que ya hace 30 años se llamó Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (CONACEM), al que este año le damos merecido reconocimiento y homenaje. En la actualidad y, según mis datos, desde el 8 de agosto de 2000 son ya 47 los Consejos que cuentan con su aval e idoneidad. Lo idóneo no significa únicamente lo que es apropiado para una cosa, que ya es bastante, sino sobre todo tiene que ver con el reconocimiento que una corporación con autoridad moral le otorga a otra, cuyos miembros son probados y genuinos profesionales de la ciencia médica al tener como elemento fundamental constitutivo al conocimiento médico en sus mejores dimensiones que, mínimo, son las siguientes:

  • Manejar muy bien y, casi por definición, determinado y específico acervo de conocimientos y destrezas médico-quirúrgicas cumplidamente especializadas
  • Tener autonomía intelectual en lo moral y lo ético, misma que contribuya a dar a su juicio la capacidad de tomar decisiones correctas
  • Tener sólido compromiso que contemple la toma de conciencia sobre los riesgos que el empleo auxiliar de la tecnología puede acarrear
  • Ser capaces de ejercer adecuada y periódica auto regulación de su actividad profesional

La Mesa Directiva de CONACEM está conformada por 12 integrantes: presidente, secretario y tesorero, que son seleccionados por votación interna de los doce integrantes en ese momento actuantes. Enseguida, tres vocales designados por la ANMM, e igual número por la AMC. Los tres faltantes surgen del consenso que se da en el seno de la Asamblea de presidentes de los Consejos de Especialidades. Es decir, desde la conformación del cuerpo directivo del Comité en cuestión, se confirma la fraternidad y el respeto que ocurre entre las Academias y la Asamblea de los presidentes de los Consejos. Por ello, y como consecuencia con lo anterior, es importante hacer énfasis en aquello que para mí representa y simboliza esa singular unificación de los tres organismos que constituyen el CONACEM.

Es decir, desde sus inicios el Comité ha dado lección de solidaridad, entendida como una adhesión circunstancial a la causa de otros, y esos otros son los componentes de la mesa, y enseguida, pero, sobre todo, los pacientes. Las dos instituciones médicas más prestigiadas, y, por ende, respetadas de México, y la Asamblea de presidentes de los Consejos se unieron, en momentos diversos pero claves, con un único objetivo, una misma causa: contribuir a que menos daños a la integridad del paciente y menos muertes ocurrieran como consecuencia de errores médicos por ignorancia, por decisiones clínico-quirúrgicas equivocadas, diagnósticos endebles, y hasta en no pocas ocasiones, ideas mal intencionadas.

CONACEM es ejemplo genuino y útil de una instancia singular que está para comprobar, en la medida de lo posible, la capacidad profesional que necesita todo individuo cuando, por desgracia, su salud se ve asaltada por sorpresa y por ello, solo por ello, requieren de toda la ciencia y la expertis quirúrgica del médico especialista que la sociedad necesita, que idealmente es el avalado por sus pares.

He mencionado la unión, el compañerismo y camaradería que ocurrió entre las diversas circunstancias y actores que, en suma, tuvieron que concurrir para constituir formalmente al CONACEM. Ahora algunas líneas sobre otro fenómeno no frecuente en nuestro país en sus diversas instituciones, corporaciones u organismos formados por seres humanos.

Me refiero al respeto y aceptación por lo ya hecho, lo logrado y, desde luego, a la superación que cada eslabón y mesa directiva logró para poner al CONACEM en el lugar de excelencia moral, normativa y educativa en la que se encuentra 30 años después de su constitución formal. Hago énfasis, sin olvidar los esfuerzos desplegados a partir de sus primeros intentos, siempre progresivos, de siempre la estafeta se ha transmitido de forma perfecta, sin dilaciones, críticas dentro de su seno y justo en su momento.

Aunque hubo horas de calma, se dieron lugar con notable frecuencia momentos de borrascas y hasta verdaderos huracanes. Han pasado ya varios años y, además como es natural, dejé de estar en contacto directo con la vida cotidiana del Comité, pero hay algunos ejemplos de dichos problemas, rechazo y, hasta injurias que nos han obsequiado:

  • Nulo o escaso entendimiento del único fin de CONACEM que tenían, y aún tienen algunas asociaciones o sociedades médicas de diversas especialidades.
  • Claro rechazo de universidades u organismos de educación superior que veían nuestro trabajo de certificación de especialistas como un hecho innecesario que, además, argumentaban, duplicaba su reconocimiento y ponía en duda su calidad.
  • La Secretaría de Educación, en especial la Dirección General de Profesiones, que, por la ley vigente, era la única institución responsable de extender la cédula profesional de licenciatura, la cual le da al médico la autoridad de atender cualquier problema de salud, médico o quirúrgico. Legalmente válido, pero peligroso y hasta irresponsable.
  • La Cámara de Diputados, a quien poco a poco, con gran trabajo de la mesa correspondiente y con argumentos sólidos la convencieron sobre la necesaria actualización del artículo 81 de nuestra constitución, y de esa manera, en beneficio de los pacientes, permitir el reconocimiento de los especialistas certificados por CONACEM.
  • Grupos médicos que formaban “especialistas” con cursos breves o con los llamados “diplomados” de diversa duración. Como claro ejemplo recuerdo la epidemia de médicos generales convertidos en especialistas en ultrasonido, y la formación, casi por correo, de especialistas en cirugía plástica y, en ocasiones, también reconstructiva.
  • Ante tal incomprensión, real o ficticia, las decenas de demandas legales (amparos) de médicos generales inconformes, aduciendo que únicamente con la cédula profesional expedida por la dirección general de profesiones podían ejercer cualquier actividad médico-quirúrgica. Vale la pena mencionar que, con gran trabajo de parte de CONACEM, poco a poco y a su tiempo, se fueron ganando todas las demandas.
  • Notas periodísticas pagadas en donde acusaban a CONACEM de ser un coto de poder para enriquecimiento, que trabajábamos con falta de transparencia, costos elevados, en suma, en donde imperaba alta corrupción. Con tesón argumental se demostró la falsedad de tan absurdas acusaciones.
  • Los Colegios Médicos de profesionistas siempre reclamaron ser ellos quienes dieran la idoneidad a los médicos especialistas. Estos organismos son gremiales y hasta de tinte político.

Aquí recomiendo un importante libro que da constancia de nuestros primeros pasos y tal vez los segundos, los terceros, en el tema que nos ocupa “La Academia Nacional de Medicina de México y la certificación de especialistas por los Consejos de Especialidades Médicas” escrito por nuestro primer coordinador, el doctor Víctor Espinoza de los Reyes, publicado por la ANMM en 2004.

Finalmente, únicamente me queda dar fe de mi agradecimiento sincero y fraternal a los integrantes de las dos mesas directivas que tuve el honor de coordinar de 2000 a 2007.

2000-2003

  • Dr. José Adrián Rojas Dosal, secretario
  • Dra. Bertha Rodríguez Ortega, tesorera
  • Vocales:
  • ANMM. Dres. Carlos Campillo Serrano, José Halabe Cherem y José de Jesús Villalpando Casas
  • AMC. Dres. Alfredo Iñárritu Cervantes, Jorge Cervantes Castro y José Luis Ramírez Arias
  • Junta de Consejos de Especialidad: Dres. Oscar Aguilera Madrigal, José López Franchini y Armando Vázquez López Guerra

2003-2007

  • Dr. Jaime Lozano Alcázar, secretario
  • Dr. Guillermo Careaga Reyna, tesorero
  • Vocales:
  • ANMM. Dres. Carlos Campillo Serrano, José de Jesús Villalpando Casas y Enrique Wolpert
  • AMC. Alberto Alvarado Durán, Alfredo Iñárritu Cervantes y Fernando Torres Valadez
  • Junta de Consejos de Especialidad: Dres. Luis Antonio Angulo Montejo, Juan Manuel Herrera Navarro y Jorge Moreno Aranda

No puedo dejar de lado, el importante papel que jugó en los asuntos jurídicos a los que CONACEM se enfrentó durante mi coordinación y algunos años después, el licenciado, gran amigo, Marco Antonio de Stéfano.

Es lugar común pero que asumo con mucho gusto, reconocer y agradecer su puntual trabajo, su disciplina y sus originales ideas, las cuales, al ponerse siempre sobre la mesa, se analizaron con cuidado y sin prisa y, ya por consenso, las aceptadas por todos fueron siempre para sumar, y en no pocas ocasiones para el mejoramiento conceptual de nuestro objetivo supremo: Contribuir a la identificación, lo más certera y puntual posible, de los especialistas médico-quirúrgicos que, de una manera u otra deben atender a pacientes que obligadamente y por desgracia, necesitan de sus amplios y modernos conocimientos, sus habilidades al día, y sus actitudes de excelencia.