Lic. Miguel Angel Vásquez Luna
Secretario Técnico del CONACEM

El desarrollo de las especialidades médicas en México no fue un fenómeno aislado, en Europa y Estados Unidos, desde finales del siglo XIX, ya existían sociedades de expertos dedicadas al intercambio de conocimientos y a la formalización de los estándares médicos. En 1917, Estados Unidos estableció el primer Consejo de Examinadores en Oftalmología, un hito que marcó el camino para la creación de organismos similares en otras disciplinas médicas.
En un México que comenzaba a experimentar profundas transformaciones sociales y políticas, el año 1963 marcó un acontecimiento en la historia de la medicina especializada. Mientras el país transitaba un proceso de modernización acelerada bajo el gobierno de Adolfo López Mateos, se sentaron las bases para una reforma crucial en el ámbito médico: la creación del primer Consejo de Especialidad, el Consejo Mexicano de Anatomopatología, fundado por los doctores Isaac Costero Tudanca, Gabriel Álvarez Fuertes, Eduardo Murphy Stack, entre otros. Este hecho no fue aislado, sino que respondía a un contexto global y nacional que exigía mayor profesionalización y regulación en diversas disciplinas.
El impacto de esta iniciativa no pasó desapercibido para la Academia Nacional de Medicina de México. En los años siguientes, la Academia asumió un papel fundamental en la estructuración de estos organismos, promoviendo la creación de estándares homogéneos y asegurando que los procesos de certificación fueran rigurosos y transparentes, por ello en 1972, se conformó una comisión especial integrada por destacados médicos como Fernando Ortiz Monasterio, Fernando Martínez Cortés, Luis Torregrosa y Octavio Rivero. Bajo la dirección del presidente de la Academia en turno, el Dr. Ramón de la Fuente Muñiz, esta comisión elaboró un documento clave: La formación de los especialistas y la reglamentación de las especialidades.
Imaginemos una reunión en 1972 en las solemnes instalaciones de la Academia Nacional de Medicina. El Dr. Ortiz Monasterio toma la palabra frente a un grupo atento compuesto por médicos destacados del país. Con voz firme pero apasionada, expone su visión sobre cómo los Consejos pueden transformar no solo la práctica médica sino también la confianza pública en los especialistas.
“Estamos aquí no solo para certificar conocimientos”, declara mientras gesticula con énfasis, “estamos aquí para garantizarle al pueblo mexicano que quienes lo atienden son verdaderos expertos en sus campos”.

En ese momento crucial se otorga la idoneidad a diez consejos existentes hasta entonces; es un paso simbólico pero poderoso hacia una regulación más sólida y confiable.
El establecimiento de los consejos no estuvo exento de controversias, desde su concepción, surgieron debates sobre su naturaleza y funciones. ¿Debían ser organismos autónomos o estar subordinados a instituciones gubernamentales? ¿Cómo equilibrar su carácter moral con un reconocimiento legal? Estas preguntas reflejaban las tensiones inherentes a un sistema médico que buscaba profesionalizarse sin perder su independencia.
A pesar de estas dificultades, los consejos lograron consolidarse gracias a su autoridad moral. Su enfoque en evaluar competencias mediante exámenes rigurosos y promover la recertificación periódica les permitió ganar legitimidad tanto entre los médicos como entre las instituciones sanitarias.
Décadas después, esta visión sigue vigente. Los consejos han evolucionado junto con las necesidades del sistema médico mexicano. Han adoptado tecnologías modernas para agilizar procesos administrativos y fortalecer sus evaluaciones académicas. Además, han logrado alianzas estratégicas con universidades e instituciones que les permiten mantenerse a la vanguardia, contribuyendo a proteger a los pacientes al garantizar que quienes se ostentan como especialistas cumplen con requisitos estrictos al certificarse.
A lo largo de las décadas siguientes, se fundaron numerosos consejos adicionales que abarcaron prácticamente todas las especialidades médicas reconocidas. Para 1995, ya existían 43 consejos avalados por la ANM, que certificaban a más de 30,000 especialistas en todo el país.



En 1995, con la participación de la Academia Nacional de Medicina, la Academia Mexicana de Cirugía y la Junta de Consejos de Especialidades Médicas, se fundó el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (CONACEM), siendo su primer coordinador el doctor Víctor Manuel Espinosa de los Reyes Sánchez.

Este organismo asumió la responsabilidad de evaluar la idoneidad de los Consejos y velar por la calidad de los procesos de certificación y recertificación.
La historia de los Consejos de Especialidades Médicas es también un testimonio del poder transformador que tienen las iniciativas bien fundamentadas cuando cuentan con liderazgo visionario y compromiso colectivo. En este sentido, los Consejos representan no solo un modelo exitoso dentro del campo sanitario sino también una lección valiosa sobre cómo construir instituciones sólidas al servicio del bienestar social.