Introducción

La formación en cuidados paliativos se ha convertido en un pilar esencial dentro de la educación médica contemporánea. Enfrentar enfermedades crónicas avanzadas requiere una atención integral que no solo contemple el manejo de síntomas, sino que también se centre en la calidad de vida del paciente y su familia. Sin embargo, el modelo tradicional de educación médica ha priorizado la curación y el uso de la tecnología sobre una atención más humanizada.

En respuesta a esta necesidad, la formación interprofesional en cuidados paliativos busca dar a los profesionales de la salud competencias científicas, éticas y clínicas para abordar estos desafíos de manera colaborativa. Este artículo explora cómo la integración de los cuidados paliativos en la enseñanza médica transforma la práctica clínica e impacta positivamente en la calidad de la atención y en la toma de decisiones centradas en el paciente. A través de un análisis histórico y actual de la educación en cuidados paliativos, se identifican áreas clave de oportunidad para mejorar la enseñanza y la práctica en este campo.

Transformaciones de la educación médica: integrando la atención paliativa

Desde la antigua Grecia hasta el siglo XXI, la historia de la educación médica ha pasado por momentos estelares, con una actualización intensa en los últimos 120 años.1 La educación médica ha analizado cómo se forman las y los médicos a lo largo de su trayectoria, abarcando desde la formación de grado hasta el posgrado y la educación continua, considerándolo un proceso de aprendizaje permanente, ya que la evolución constante del conocimiento médico exige actualización que responda tanto a los avances científicos y tecnológicos, como a las necesidades cambiantes de la población y su entorno.

Los métodos de enseñanza y aprendizaje han evolucionado, adaptándose a las demandas de la sociedad y del ejercicio profesional.2

Tabla 1. Evolución de los enfoques de la educación médica

La enseñanza de la medicina, en la sociedad contemporánea occidental, está basada en el modelo técnico-científico de valoración absoluta de la cura, en la que el cuidado médico, la medicina a la vera de la camilla, el contacto, la escucha y la mirada comprometida con el paciente son desplazados a un nivel secundario. En este contexto, la muerte, parte integral del ciclo de la vida, pasa a ser considerada un evento indeseable, prorrogable y que se pretende expulsar de lo cotidiano.3 La educación médica tradicional ha priorizado un enfoque tecnicista, centrado en la curación y el uso de tecnología, lo que ha llevado a intervenciones innecesarias y distanasia.

En contraste, desde finales de los años sesenta, Elisabeth Kübler-Ross y Cicely Saunders promovieron modelos de atención humanizada en pacientes con enfermedades terminales. La Organización Mundial de la Salud ha redefinido los cuidados paliativos, integrándolos a un enfoque que aborda el sufrimiento físico, psicológico, social y espiritual. Esta visión desafía el modelo hegemónico y resalta la necesidad de transformar la educación médica para incluir cuidados paliativos como parte fundamental de la formación y la práctica clínica.

Los cambios demográficos, el aumento de las enfermedades crónico-degenerativas y como los avances vertiginosos en la ciencia y la tecnología, reclaman nuevas perspectivas en la atención a la salud y en la educación médica.4

En México, los cuidados paliativos han sido reconocidos en la Ley General de Salud,5 consolidándose como un derecho del paciente. Las reformas recientes enfatizan un enfoque integral de atención médica, incorporando medidas curativas, preventivas, de rehabilitación y paliación, garantizando el acceso a tratamientos por equipos inter y multidisciplinarios de salud.6 Afortunadamente, la formación médica que se promueve en las escuelas y facultades de medicina y otras disciplinas, está realizando avances importantes para seguir el ritmo y demandas de estos desafíos.

Un ejemplo de ello es que actualmente la UNAM y la Facultad de Enfermería y Obstetricia desde su Programa Único de Especializaciones, está en la fase de aprobación de la Especialización de Enfermería en Cuidados Paliativos,7 la cual tiene una visión de la atención del paciente desde un primer nivel de atención en comunidad y con su familia, hasta la actuación intrahospitalaria.

Asimismo, se han alcanzado grandes avances en la formación de los Cuidados Paliativos Especializados, como la especialización en Medicina Paliativa aprobado por el Consejo Universitario de la UNAM8 y actualmente en el Catálogo de Especialidades del Examen Nacional de Residencias Médicas (ENARM).

La formación profesional en Trabajo Social de la UNAM también ha alcanzado grandes avances como el diseño de estrategias de intervención en salud, preparando a sus egresadas y egresados para colaborar de manera interprofesional en los equipos de cuidados paliativos y tanatología.9

Práctica interprofesional en la formación médica paliativa

Dentro de la atención en salud, actualmente existen los Cuidados paliativos primarios (CPP) y los cuidados paliativos especializados (CPE). Ambos requieren educación teórica y formación clínica y se adaptan al entorno, es decir, al hogar, atención a largo plazo, hospitales, centros comunitarios, población (diagnóstico y condiciones culturales), región y edad (neonatal, pediátrica, adolescente, joven, adulto, adulto mayor).

Pero también debe tenerse presente que “los últimos días de la vida son uno de los acontecimientos más difíciles de afrontar y con mayor impacto, en los que aparecen situaciones de una gran intensidad física, emocional y espiritual, tanto en la persona enferma como en su familia. La atención en estos momentos tiene grandes singularidades; para la práctica totalidad de las personas morir es un proceso complejo, quizás ahora más que nunca, porque los límites de la vida se han vuelto imprecisos y susceptibles de ser alterados. Por otra parte, es una realidad que los procesos de toma de decisiones son, en este contexto, muy complejos y difíciles”.10

Por lo tanto, la práctica interprofesional en la formación médica paliativa se refiere a la colaboración entre profesionales de distintas disciplinas (médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, entre otros) para ofrecer una atención integral al paciente. En el contexto paliativo, donde la complejidad de los cuidados requiere múltiples perspectivas, la práctica interprofesional favorece la calidad de vida del paciente, la eficiencia en el equipo y la seguridad en los cuidados, promoviendo un abordaje centrado en las necesidades del paciente y su familia.

Sin embargo, hay que considerar que, para brindar una atención experta, cada miembro del equipo necesita educación, capacitación y certificación en cuidados paliativos especializados específicos de su profesión, además de educación y capacitación interprofesional, ya que si bien cada disciplina ha promovido el desarrollo de sus competencias profesionales en la realidad poco se promueve una formación y una práctica interprofesional, para lograr verdaderamente atención paliativa integral.

El Trabajo Social como disciplina encuentra una excelente área de oportunidad para intervenir desde su propio corpus teórico y metodológico para el establecimiento de pautas de intervención orientadas hacia el trabajo interprofesional con acciones específicas para mejorar la calidad de vida del paciente, que repercuten de forma positiva en las familias, grupos, redes de apoyo, comunidad y en la sociedad en su conjunto. Es importante señalar que dichas acciones se llevan a cabo de manera coordinada con todas las personas que integran los equipos de atención interdisciplinaria a lo largo del proceso.

La colaboración entre médicos y psicólogos en cuidados paliativos fortalece la comunicación con el paciente y su familia. El Manual de Competencias Profesionales en Psicología Paliativa en Latinoamérica destaca la importancia de la colaboración interprofesional en cuidados paliativos. La psicología aporta competencias esenciales en la evaluación y manejo de aspectos emocionales, sociales y espirituales de los pacientes y sus familias. Además, desempeñan un papel crucial en el autocuidado y la salud mental del equipo interdisciplinario, previniendo el desgaste profesional (prevención del burnout), promoviendo un ambiente de trabajo saludable. Esta sinergia enriquece la atención integral y mejora la calidad de vida en todas las etapas de la enfermedad y sobre todo en la etapa final de la vida.12

Áreas clave de oportunidad

A pesar de los avances en la educación en cuidados paliativos, aún existen desafíos importantes que requieren estrategias específicas para garantizar una enseñanza efectiva y equitativa. La integración curricular, la formación docente, el uso de metodologías innovadoras, la implementación de políticas públicas y el enfoque en competencias humanísticas son claves para mejorar la educación y la práctica en este campo; además del fortalecimiento de la educación continua para profesionales de la salud mediante diplomados, certificaciones y residencias especializadas.

Conclusiones

La formación médica en cuidados paliativos debe continuar evolucionando, para asegurar que los futuros profesionales de la salud estén preparados para enfrentar las complejidades del cuidado al final de la vida. La enseñanza interprofesional juega un papel fundamental en este proceso, promoviendo una visión más integral de la atención y facilitando la colaboración entre disciplinas.

Los cuidados paliativos representan una transformación necesaria en la práctica médica contemporánea. En este sentido, es necesario que las instituciones académicas y de salud promuevan la incorporación de los cuidados paliativos en los programas de especialización y residencias médicas. Asimismo, los responsables de políticas públicas deben garantizar el acceso equitativo a esta atención, fortaleciendo la infraestructura y capacitación del personal en todos los niveles del sistema de salud promoviendo una asistencia interprofesional.