navigate_before
navigate_next

EDICIÓN

SEPTIEMBRE - DICIEMBRE 2023

NÚMERO 7


¿CÓMO LO SÉ?

Estigma y discriminación,

barreras para la atención de la salud mental

Dra. Xóchitl del Rocío Ayala González

Presidente del Consejo Mexicano de Psiquiatría, A.C.


La pandemia del SARS-CoV-2 (COVID-19) nos subrayó la necesidad de involucrar el concepto de salud mental como parte del bienestar integral del ser humano, por lo que considero importante ahondar en este tema, con el objetivo de que, a través del conocimiento, nuestros pacientes se beneficien.

El estigma y la discriminación contra los pacientes que padecen alguna enfermedad mental permean no solo en la sociedad en general sino también entre los profesionales de la salud.


(Imagen 1. 1. Javed A, Lee C. Zakaria H, Buenaventura RD, Cetkovich Bakmas M, D uailibi K, et al. Re ducing the stigma of mental health disorders with a focus on low and middle income countries. Asian Journal of Psiquiatry. 2021;58:102601.D oi: 10.1016/j.a j p´.2021.102601)

La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, aprender, trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Además de ser un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. 1

La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Es un proceso complejo que cada persona experimenta de manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia, y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes. 1

A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales pueden combinarse para proteger o socavar nuestra salud mental y cambiar nuestra situación respecto a ella. Factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental. Los riesgos pueden manifestarse en todas las etapas de la vida, pero los que ocurren durante los periodos del desarrollo, sobre todo en la primera infancia, son particularmente perjudiciales. Los factores de protección se dan también durante toda la vida y aumentan la resiliencia. 1

Los riesgos para la salud mental y los factores de protección se encuentran en la sociedad en distintas escalas. Las amenazas mundiales incrementan el riesgo para poblaciones enteras. Cada factor de riesgo o de protección tiene una capacidad predictiva limitada. Los determinantes de salud mental están relacionados entre sí y contribuyen a mejorar o socavar la salud mental. 1

En un sentido global la OMS informó que más de 1,100 millones de personas están diagnosticadas con enfermedades mentales en todo el mundo; sin embargo, dos tercios de esta población pueden no buscar ayuda debido al estigma y la discriminación.

La salud mental y la discriminación están estrechamente relacionadas. Es importante abordar la discriminación en todas sus formas para proteger la salud mental de las personas. Promover la inclusión, la igualdad de oportunidades y el respeto mutuo es fundamental para crear una sociedad saludable mentalmente.

Un factor de suma relevancia es el estigma mental, en el que, como médicos especialistas, tenemos la gran responsabilidad de trabajar para contribuir al bienestar emocional de los pacientes con trastornos mentales. Las actitudes negativas hacia la enfermedad mental conducen a la formación del estigma, pues siguen existiendo a pesar de la creciente labor de salud pública realizada en las dos últimas décadas para normalizar la salud mental como un problema importante y promover el bienestar mental y la prevención de las enfermedades mentales. 2

Millones de personas en todo el mundo siguen sufriendo vergüenza, exclusión y marginación debido a su estado de salud mental.

A su vez, las actitudes estigmatizadoras de la sociedad afectan los comportamientos de búsqueda de ayuda de las personas con enfermedad. También es preocupante que muchos de los que buscan el apoyo de los profesionales de salud han informado de experiencias de devaluación, desestimación y deshumanización como algo habitual. 3

Sin duda, el estigma de la enfermedad mental en los entornos sanitarios obstaculiza la prestación de una atención de calidad y dificulta los procesos de recuperación de los consumidores. Además, dentro de la propia profesión sanitaria, el estigma de la enfermedad mental crea una barrera para el desarrollo de culturas positivas en el lugar de trabajo y, por lo tanto, influye negativamente en los comportamientos posteriores de búsqueda de salud de los propios profesionales sanitarios. 4

El estigma se expresa a través de actitudes negativas, emociones y comportamiento de evitación; además, puede afectar las relaciones personales, el empleo, el acceso al tratamiento y el cumplimiento de la medicación y conduce a la angustia y a no buscar ayuda. 5 El estigma también puede afectar la salud física de las personas con enfermedades mentales. 4

Parte del estigma que sufren las personas con enfermedad mental surge directamente de las interacciones entre los profesionales de salud mental y otros profesionales sanitarios. 3

Estudios australianos han observado que los profesionales de la salud mental tienen actitudes más negativas hacia la esquizofrenia que hacia el trastorno afectivo bipolar. 6 El Consejo de Salud Mental de Australia encontró que los profesionales de la salud mental tienen actitudes de evitación hacia las personas con trastorno límite de la personalidad (TLP; 32.7%), depresión (11%), trastorno afectivo bipolar (13.7%), esquizofrenia (20.4%), trastorno obsesivo-compulsivo (25%).

Las intervenciones contra la estigmatización pueden ayudar a abordar el impacto de las actitudes negativas en el estado de salud física y mental de las personas con enfermedades mentales. Es posible crear culturas laborales que den prioridad a los comportamientos y practicas libres de estigma.

Se cree que las intervenciones contra el estigma dentro de la práctica clínica apoyan la interacción paciente-proveedor y la calidad de la atención. 4 Por lo tanto, reconocer las dificultades de salud mental como algo que nos afecta obliga a buscar estrategias que reduzcan de alguna manera la estigmatización de los trastornos mentales.

El enfoque de salud mental en todas las políticas (MHiAP, por sus siglas en inglés) subraya la necesidad de sinergias entre sectores para desarrollar iniciativas locales o nacionales que apoyen sociedades mentalmente saludables. Estudiosos como Slade han exhortado a la creación activa de sociedades que promuevan mucho más el bienestar, y nos recuerda que los objetivos que subyacen a los cinco caminos hacia el bienestar de la New Economics Foundation son: conectar, ser activo, prestar atención, seguir aprendiendo y dar. Estos caminos están orientados hacia el exterior, es decir, se centran en promover el compromiso con la comunidad y con los demás 8,9.


En conclusión, estigma se refiere a la discriminación, el prejuicio o la desaprobación social que enfrentan las personas que padecen enfermedades mentales. Estos estigmas nos llevan al aislamiento, exclusión y dificultades para acceder a la atención y el apoyo adecuado.

Es importante promover la comprensión, la empatía y el apoyo hacia aquellos que enfrentan desafíos de salud mental. Todos podemos desempeñar un papel en la lucha contra el estigma y promover la aceptación y comprensión de la salud mental.

Referencias bibliográficas


  • 1. Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. Organización Mundial de la Salud [2022].
  • 2. Bertolote, J. M. (2008). The roots of the concept of mental health. World Psychiatry, 7(2), 205-210. DOI: 10.1002/wps.20088
  • 3. Hamilton, B., Jones, A., & Priebe, S. (2016). The experience of mental health service users in the UK: a systematic review. BMC Psychiatry, 16(1)215. DOI: 10.1186/s12888-016-0911-x
  • 4. Knaak, S., Mantler, E., & Szeto, A. (2017). Mental illness-related stigma in healthcare: Barriers to access and care and evidence-based solutions. Social Science & Medicine, 186, 131-141. DOI: 10.1016/j.socscimed.2017.05.018
  • 5. Beyondblue, (2015). Depression and Anxiety Monitor: 2015 Results. Melbourne, Australia: Beyondblue.
  • 6. Rose, D., & Thornicroft, G. (2010). Service user perspectives on the impact of a mental illness diagnosis. Epidemiologia e Psichiatria Sociale, 19(2)140-147.
  • 7. Botezat, D., Van Oordt, M., & Priebe, S. (2017). Mental health in all policies: A systematic review of the literature. International Journal of Mental Health Systems, 11(1)1-12.
  • 8. Aked, J., Marks, N., Cordon, C., Thompson, S., & Senik, C. (2011). Measuring wellbeing: The state of play. London, UK: New Economics Foundation.
  • 9. Slade, M. (2010). Mental illness and well-being: The central importance of positive psychology and recovery approaches. BMC Health Services Research, 10(1)26.